No quiero dejar de ser yo solo por vergüenza
Cuando recibí este libro, me pareció súper lindo por su portada y su nombre, Juntas Invencibles. Pero al empezar a leerlo, me di cuenta de que no era como ningún otro libro que haya leído; era una herramienta poderosa que puedo utilizar para seguir creciendo como persona. Me presento: Soy Ailyn, tengo 17 años y diría que aún no me llevo bien con mi otra yo, esa que está llena de miedos, la introvertida, la que siente que nunca va a encajar.
Algo que aprendí cuando era niña, aunque no recuerdo exactamente dónde lo escuché o quién me lo dijo, fue: “Una cara bonita no es suficiente para triunfar en el mundo”. Esa frase quedó grabada en mi mente. Era pequeña y aún no sabía la magnitud que esas palabras tendrían para mí cuando creciera y me enfrentara a los cambios que todas tenemos. Sí, hablo de la pubertad.
Siempre fui una chica muy sensible y amable. Soy hija única y desde pequeña siempre lograba hacer amigos con facilidad. Pero al crecer, me di cuenta de que las cosas no eran tan fáciles como cuando usaba coletas en el cabello. También me di cuenta de que un comentario hiriente queda para siempre en tu memoria en una etapa tan vulnerable como esa.
Aceptación personal…
Tenía 11 años cuando una chica me dijo que era muy fea y que si no pensaba en arreglarme por las mañanas antes de ir a la escuela. Me cayó como un balde de agua fría. Disimulé, sonreí un poco y le dije que mi madre siempre me peinaba muy bonito, que no sabía a qué se refería. Ella me dio detalles de por qué pensaba que yo era fea y, no conforme, me dijo que hablaba de temas que le parecían muy aburridos. Ese día me sentí terrible al salir de la escuela. Cuando mi madre fue a recogerme, me vio muy decaída y le dije que solo estaba cansada. De verdad quería creer que solo era cansancio, no quería creerle a la chica ni a sus palabras hirientes. Me sentía bien conmigo misma. Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue verme en el espejo, y sí, lo que me temía: no me veía tan bien como las demás. Mis cejas eran muy anchas, mi nariz muy rara, mis ojos pequeños, mi cara redonda. Me enfrenté a los pensamientos que por mucho tiempo había ocultado.
Siempre me comparaba con las demás: que si no era tan delgada, que si no era más alta, entre otras cosas. Pero lo ocultaba porque sabía perfectamente que eso iba a apagar a la Ailyn extrovertida y alegre. En vez de enfrentarme a esos miedos y aceptar que solo fue un comentario venenoso de alguien, cambié cosas de mí misma para no recibir ese comentario horrible otra vez. Pero llegó un punto en que no me reconocía a mí misma. Pensaba: “Al menos me aceptan y no me excluyen”. Pero, ¿dónde quedaba yo? ¿Dónde quedaba la chica que amaba hablar de libros?
Pasó el tiempo y mi autoestima se deterioraba más porque no me aceptaba como era y pensaba que mis sueños solo se quedarían así, como sueños. Actualmente sigo trabajando en ello; no siempre me siento bien. A veces siento que puedo vencer al dragón, otras veces solo quiero esconderme. Pero si no me salvo yo, ¿quién me va a salvar?
¿Quién me salvará de mis miedos, mis angustias, mi desesperación, mi baja autoestima?
Solo yo puedo hacerlo porque me conozco mejor que nadie. Bien dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, así que decidí ser yo el valiente caballero de brillante armadura. También aprendí que no está mal pedir ayuda, que está bien perderse, porque siempre sabré cómo regresar y daré un pisotón tan fuerte que quebrantará todos mis miedos. Ahora mi otra yo ya no se esconde tanto; sabe que las amistades correctas siempre la apoyan y la quieren como es, y que su familia cree en ella y que puede cumplir todo lo que se proponga. Así, loca, divertida, amorosa, luchadora, alegre, y con todas mis emociones, cualidades y defectos, puedo cumplir mis sueños porque esa soy yo, transparente, sin filtros, y quiero vivir plenamente, sin arrepentirme, tomando las oportunidades y no dejándolas ir por miedo.
Puedo llorar, reír, amar, equivocarme, levantarme, porque es lo que me hace un ser humano y nadie me puede juzgar por ello. No quiero dejar de ser yo solo por vergüenza; lo que hago es mi esencia, como una chica que tiene ganas de triunfar y ser ella misma.
Y todo esto me lo enseñó tu libro, Marolen. Así que la pregunta es, ¿cómo ha transformado “Juntas Invencibles” tu percepción de ti misma?
Me ha enseñado que está bien no estar bien, no cargar con todo a la vez, a perdonar, a saber que mi familia me ama y me apoya, que puedo comunicarme con mis padres sin miedo a que me juzguen o no me entiendan, que tengo que cuidarme todos los días, que soy valiosa, única, brillante y que nunca, pero nunca me tengo que sentir menos. Que, si no reconozco lo bello que me rodea, mucho menos podré ver lo bella que soy. Que tengo que valorarme y agradecerme, o decirme un cumplido frente al espejo porque me lo merezco.
¿Qué herramientas prácticas he aprendido?
He aprendido que todo tipo de arte es válido para sanar y exteriorizar mis emociones, que tanto la alegría como la tristeza son emociones válidas, y si necesito sacarlas para dejarlas fluir, lo voy a hacer porque es sano para mí. Que tengo que reconocer mis cualidades y amarme como soy, poner límites en mi vida y aceptar los cambios.
¿Cómo he aplicado estos conocimientos en mi día a día?
Me reconozco como una persona que puede cumplir sus metas, no minimizo mis emociones. Si no me siento bien, reflexiono y aprendo de ello. Suelto el pasado y aprendo de él, no dejo de ser yo misma por vergüenza o miedo.