La Alimentación

Un pilar esencial en la lucha contra el cáncer

Cada 4 de febrero se conmemora el Día Mundial Contra el Cáncer, una fecha en la que se pone de manifiesto la importancia de una alimentación adecuada como parte integral del tratamiento y recuperación de los pacientes.

Más allá de los avances médicos, una dieta balanceada puede fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la tolerancia a los tratamientos y contribuir significativamente al bienestar general.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo, y ocurre cuando células anormales crecen de forma descontrolada, sobrepasando sus límites y propagándose a otros órganos.

Alimentación equilibrada

El cáncer no solo afecta físicamente, sino también en términos de energía y nutrición. Según expertos, adaptar la dieta a las necesidades específicas de cada paciente ayuda a mitigar los efectos secundarios como la pérdida de apetito, las náuseas y la fatiga.

Existen varios tipos de cáncer que se trabajan con tratamientos acordes de las necesidades y etapas de la enfermedad, que pueden ser cirugías, quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia; estos deben ir de la mano de una alimentación adecuada.

Las dietas se ajustan según las necesidades del paciente, teniendo en cuenta el tipo de tratamiento recibido y las particularidades de cada etapa. NIPRO detalla un resumen general de cómo se puede ajustar la alimentación.

  1. Etapa de diagnóstico y preparación para el tratamiento

El objetivo principal es preparar el cuerpo para enfrentar las exigencias del tratamiento oncológico. Se recomienda una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras, grasas saludables y carbohidratos complejos. Es fundamental incluir alimentos antioxidantes como bayas, espinacas y brócoli, y priorizar fuentes de proteínas de alta calidad, como pescado, pollo y legumbres. La hidratación adecuada también es esencial en esta fase.

  1. Durante el tratamiento

En el tratamiento de quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia, los pacientes suelen enfrentar efectos secundarios como pérdida de apetito, náuseas y alteraciones en el gusto. Para contrarrestar estos efectos, se recomienda consumir alimentos ricos en calorías y proteínas, como yogur griego, frutos secos y batidos de proteínas, además de fraccionar las comidas en porciones pequeñas y frecuentes. También es importante evitar alimentos irritantes para el tracto gastrointestinal, como los muy picantes o fritos. Además de incluir omega 3, para evitar la sarcopenia del paciente, la dieta debe ajustarse según los síntomas específicos, como la diarrea o el estreñimiento, y adaptarse a las alteraciones del sabor.

  1. Recuperación postratamiento

En la etapa posterior al tratamiento, el enfoque debe centrarse en restaurar la salud general, prevenir recaídas y reforzar la inmunidad. Se recomienda seguir una dieta similar a la mediterránea, rica en frutas, verduras, granos integrales y pescado, además de incorporar alimentos antiinflamatorios como cúrcuma, jengibre y pescado azul. Es esencial reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y azúcares añadidos y fomentar la ingesta adecuada de calcio y vitamina D para la salud ósea, especialmente si el paciente recibió radioterapia.

  1. Etapas avanzadas o cuidados paliativos

Para mejorar la calidad de vida del paciente, aliviar los síntomas y prevenir la desnutricióna dieta debe adaptarse a las preferencias y tolerancias del paciente, priorizando alimentos fáciles de masticar o en puré, y ofreciendo suplementos nutricionales líquidos si es necesario para asegurar una adecuada ingesta calórica y proteica.

  1. Recomendaciones generales en todas las etapas

Es fundamental trabajar de la mano de un nutricionista oncológico que pueda personalizar la dieta según las necesidades individuales del paciente. Además, se debe evitar el uso de suplementos sin la consulta previa con el médico, ya que algunos podrían interferir con los tratamientos. Mantener una buena hidratación es igualmente importante, especialmente en caso de vómitos o diarrea inducida por los tratamientos.

Una adecuada atención nutricional puede marcar la diferencia en la eficacia de los tratamientos y la calidad de vida de los pacientes con cáncer. Es esencial reconocer que la alimentación es una herramienta vital en la lucha contra la enfermedad, adaptándose siempre a las condiciones y necesidades de cada etapa.

Los ácidos grasos omega-3 son componentes importantes de las membranas celulares y son precursores de muchas otras sustancias en el cuerpo, como las involucradas en la regulación de la presión arterial y las respuestas inflamatorias. También hay un interés creciente en el ácido omega-3 en la prevención de la diabetes y ciertos tipos de cáncer.

El ácido eicosapentaenoico (EPA) es un ácido graso omega-3 que se encuentra en algunos pescados. Algunos estudios han sugerido que el EPA podría ayudar a mejorar los resultados del tratamiento del cáncer. 

Los estudios han mostrado que:

  • El EPA y el ácido docosahexaenoico (DHA) pueden mejorar los resultados del tratamiento del cáncer. 
  • El EPA y el DHA pueden aumentar la sensibilidad de las células cancerosas a los fármacos anticancerígenos. 
  • El EPA puede ayudar a disminuir la pérdida de peso en pacientes con caquexia por cáncer. 
  • El EPA puede revertir la disminución de linfocitos T CD4+ y CD8+ inducida por el cáncer de ovario. 

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